Desde que me dedicó ese escrito, todos los cigarros que he fumado han tenido un regusto dulce. Siempre que me encendía uno, pensaba en él..
Todas las caladas hasta la última, eran tan intensas como la primera, como si siempre fuera el primer cigarro, como si te fumara el alma.
Renacida.
Ahora, no puedo terminarlos, no puedo siquiera tomar una intensa calada..
Ahora me quema la garganta.
Porque todo lo que fumo, está impregnado de amargura, de resentimiento.. de tí.
Porque cada calada tiene el sabor que te adjudiqué, y cada cigarro no tiene marca, tiene tu nombre impreso en letras doradas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario